jueves, 2 de septiembre de 2010

Cultivar el espíritu



Cultivar el espíritu implica una decisión de vida, en la que maduros escogemos el camino de la libertad, donde lo esencial se vuelve parte de nuestra estructura vital, donde lo demás (lo superfluo) ya no tiene mayor preponderancia.
Pero para ello, el cultivar el espíritu requiere de mucho ejercicio espiritual, requiere disciplina y el aferrarse a una fuerza mayor a la nuestra, donde las ganas que tengamos sea (o se remita) a una motivación que nos lleve a hacer las cosas con AMOR.
El amor es el ingrediente más importante de todo. En la medida que agreguemos el amor a nuestro trabajo diario, encontraremos las mayores satisfacciones  que se manifiestan en lo pequeño (pero grande para nuestro espíritu).
Pero es importante siempre, encontrar también, los mecanismos para entrar en un estado de reflexión acerca de todas las cosas que nos suceden a diario: el trabajo, el estudio, las relaciones. Y por sobre todo, debemos ser lo suficientemente maduros para hacernos la pregunta:¿Quién soy yo? Que es lo que busco? A donde voy?
Cultivar el espíritu es un arte que requiere ENTREGA. La entrega a una fuerza superior que nos va a dar el impulso necesario para seguir adelante con nuestra misión en la tierra. Cultivar el espíritu significa reconocer que nuestras fuerzas son limitadas y que  nos debemos a ese ser superior que puede hacer mejor todas las cosas, y que nos debemos a Él, en cuerpo y alma. También implica una gran responsabilidad pues al desarrollar cierta madurez, uno debe aplicar lo que va aprendiendo en el camino, conforme su vida se va moldeando en base a las experiencias diarias y los desafíos de cada jornada.
Cómo cultivar el espíritu?
Una fuerza interior inexplicable nace del fondo del corazón del ser humano. Una sed inexplicable, de beber de una fuente infinita e inagotable, que le provea de luz y fuerza. El día a día nos plantea la misión de enfrentar con optimismo y fe aquello a lo que fuimos llamados a realizar, tanto en nuestro ambiente familiar como con el resto de la sociedad, pero para estar preparados realmente hace falta un alimento básico. Imagínate que salgas todos los días de tu casa sin desayunar, no almuerces, y al llegar cansado a tu casa, no cenes… tendrás la suficiente energía para seguir enfrentando y realizando las actividades que diariamente la sociedad y tu propia estructura de necesidades te plantea? No lo creo.
Lo mismo sucede con el espíritu. El espíritu sería como nuestro cuerpo. Necesita de su desayuno, de su almuerzo y de su cena, para tener  la suficiente energía para seguir su trabajo, y sabes cuál es su trabajo? Es SOSTENER NUESTRA VIDA.
Si nuestro espíritu deja de sostener nuestra vida, la esencia de todas las cosas, morimos.
Y entiéndase a la muerte no como una experiencia física (muerte corporal) sino que estamos hablando de una muerte “ESPIRITUAL” en donde, al no haber cultivado correctamente el espíritu, nos vamos contaminando o “alimentando” con cosas que nos van intoxicando paulatinamente, hasta perdernos de nosotros mismos y olvidarnos de nuestra misión en la tierra. El no cultivar el espíritu nos lleva a desarrollar personas vacias de contenido, que fijan su atención en cosas materiales y títulos sociales, autos lujosos, fiestas, diversión rápida, placeres de momento, y otras tantas cosas que tanto nos gusta pero que no son permanentes… y al no ser permanentes, se acaban rápido y.. ¿con qué nos quedamos? Cuál es el producto final que queda en nosotros?
Es triste ver personas que no han cultivado el espíritu pues puede reflejarse en ellas la falta y el deseo de algo más, una sed que no ha sido saciada, que exige “algo extra” o algo que se “quede” cuando todo haya desaparecido.
Y es, justamente, nuestro espíritu el que se quedará con nosotros, con nuestra propia estructura (lo que nosotros somos) lo que tendremos, frente a frente, cuando todo haya desaparecido. ¿de qué manera lo has cultivado?
Cultivar el Espíritu: Un camino que hay que comenzar a andar
Mis queridos hermanos, cultivemos el espíritu desde lo más profundo de nuestros corazones, esto implica una entrega sincera, primeramente con NOSOTROS MISMOS, esto es, aceptémonos como somos, así mismo, con nuestros errores y virtudes. Cultivemos un amor y una valoración hacia nuestra propia estructura, consideremos que somos seres divinos por ser hijos de un Dios que nos creó desde y por AMOR, por lo tanto, somos tan merecedores de su amor como toda la creación. Cultivemos  el espíritu a través de la sonrisa y de las palabras de afecto. De las demostraciones de cariño, para con nosotros y con nuestra familia. Cultivemos nuestra comprensión, sepamos escuchar a quien nos necesita, seamos mensajeros de buenas nuevas, y no de cosas tristes o negativas, sepamos abandonarnos a Cristo y dejemos a él aquellas cargas que no podamos soportar más, pues es sólo Él quien puede transformar todas las cosas, y llenar todos los vacios que podemos anidar. Cultivemos el perdón con toda la creación, y veamos en cada rostro que encontremos, la imagen de Dios que nos mira, para “ver” con otros ojos, la realidad que nos toca vivir, pues no es sino desde el interior de uno mismo que comienza la verdadera transformación, cuando “empezamos a abrir los ojos” y ver lo “evidente”… Ver a Cristo en todas las cosas de la vida, es la mejor forma de cultivar el espíritu, pues esto nos mantendrá conectados a Él como esencia y su amor será el nutriente más grande que podamos “desayunar”, “almorzar” o “cenar”.
Seamos conscientes queridos hermanos, que hay una sola gran maravilla en el Universo: Cristo. Y que esa maravilla nos ha amado desde toda la vida, que siempre nos espera con los brazos abiertos, cuando nos decidamos ver las cosas de una forma distinta, y por sobre todo, que espera que cultivemos EL AMOR A ÉL, para que así nuestra vida cambie de manera radical y total, y por sobre todo, que ese amor perdure para siempre, mediante ese “cultivo espiritual” que no es mas que manifestar un permanente contacto Crístico con toda la creación.
Para ello mi querido hermano, contamos con una herramienta fundamental y más que trascendental, LA ORACIÓN. La oración personal, que sale del alma y de la cual brotan los sentimientos más profundos de nuestro corazón, donde le entregamos todo lo que somos a ese Cristo amoroso que nos escucha, y que quiere respondernos. La oración es la piedra fundamental en el proceso de cultivar el espíritu.
Y finalmente, pero muy importante, siempre es fundamental SOSTENER, MANTERNER LA FE en esa fuerza superior que nos sostiene, en ese Dios de amor, en quien nos cobijamos. Si nuestra fe es débil y ante la primera tormenta desistimos, no hemos cultivado nuestro espíritu lo suficiente. Pero cuando sí lo hemos hecho, es mayor el compromiso de sostener nuestra fe en la fuerza sobrenatural que nos empujará a seguir, por la certeza que en el camino veremos las maravillas de un Dios que actúa y que de verdad nos sostiene.
Cultivemos, mis queridos hermanos, esa necesidad de Cristo, ese amor y esa sed de Él, entreguemos nuestras vidas a Dios que nos ama, y confiemos plenamente en que Él se manifiesta, en la medida que le permitamos, seamos conscientes, para que Dios actúe en nuestras vidas de manera radical, es necesario “CULTIVAR EL ESPÍRITU” y estar preparados, para la hora en que el Señor se manifieste. Los amo a todos.

1 comentario:

  1. Que bueno que en el mundo existan personas como VOS dispuestas a llevar un mensaje al corazón de cada persona.. Esto realmente es evangelizar! Pues Dios tiene el propósito de que por intermedio tuyo nuestro corazón(alma y vida) se acerquen más a él. Fue de dulce agrado leer esta nota y las demás, que reconfortan el alma. La habilidad y fuerza del espíritu se hace notar!, "de lo que abunda en el corazón, expresan los labios" (en este caso tus pensamientos y escrituras). Realmente admiro el carisma que tenes en expresar estas bonitas palabras QUE CADIA DÍA DIOS TE LLENE DE SABIDURÍA PARA QUE SIGAS EN ESTA HERMOSA TAREA DE DEMOSTRAR CON TUS PALABRAS EL INMENSO AMOR DE DIOS. Muchas Gracias por compartir conmigo este blog (ya te estoy siguiendo);)BENDICIONES PARA TI! Un abrazo enorme de amor, departe de tu nueva amiga y lectora.
    Patricia Núñez

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