sábado, 3 de mayo de 2014

Época de Cambios: El arte de dejar ir.


Época de cambios: El arte de dejar ir.
Una vez más, me encuentro frente a frente, con una hoja en blanco, en una pantalla brillante. Ante el desafío de -a través de estas líneas- tratar de sacar todos los sentimientos que me embargan especialmente en esta época de transiciones.
Estoy experimentando la evolución de la vida, desde sus diversas perspectivas, mirando crecer a las personas que desde hace unos años han permanecido en mi vida, y contemplando quizás, en la lejanía, a aquellas personas que ya han partido de la misma.
Sinceramente, es difícil explicar la mezcla de sentimientos que invade mi ser, pues siento una gratitud tremenda por haber llegado hasta este punto de mi vida, "vivo", y con la salud que Dios me regala todos los días. Sin embargo, siento nostalgia de los tiempos pasados, de los momentos vividos, de las risas que soltamos, de las experiencias que vivimos, algunas personas de mi vida, y yo.
Crecer es obligatorio, madurar es opcional, decía una amiga mía. Supongo que hay algo de verdad en ello. Pero... por qué nos cuesta a veces madurar? Quizás sea el miedo al cambio, a enfrentar las zonas desconocidas de nuestro ser, a ver al mundo tal y como es, o cosas así. Yo aprendí que a mí me cuesta madurar por miedo a perder. Si, luego me di cuenta que es muy tonto  pensar en crecer y madurar como una pérdida. Pero necesariamente para subir un escalón hay que abandonar el anterior, es el proceso natural de la evolución. Así como después de la vida, hay muerte, y luego vida... por siglos. Llega un punto en la vida en el que uno se pregunta ¿qué es lo que deseo para mí? que es lo que busco? hacia dónde quiero ir?
Estas preguntas me las hice hace casi 10 años, cuando decidí que quería convertirme en arquitecto. Era aún un adolescente de 15 años, sin idea de cómo sería el mundo en la realidad. Pero tenía un sueño. Quería llegar a ser como mi papá.
Amo lo que hago, de verdad. Sin embargo, heme aquí, diez años después, a meses de graduarme, y es cuando vuelvo a preguntarme: en 10 años, en dónde quiero estar? qué quiero ser? a dónde quiero ir?
Obviamente, las circunstancias de la vida ya no son iguales a las de hace diez años. Tengo dos hermosos sobrinos que tienen mi corazón y mi amor, por completo, mis padres, mis hermanos, mi círculo se volvió mucho más importante, la familia cobró mayor importancia que cuando vivía en mi burbuja adolescente. Es casi como que la realidad del mundo ha hecho darme cuenta de cuán importante es tener un lugar en la tierra, al cual llamar "hogar".
El Fabián de hace 5 años también es diferente. El muchacho lleno de dudas, inseguridades, que comenzaba sus primeros pasos dentro del mundo de la arquitectura, es hoy una persona más afianzada en sus creencias, en su fe en la vida, en la familia, en el amor -a la familia y a la profesión-, y aunque sienta que ya no soy "el chiquilín" de antes, mi esencia siguie estando ahí, inmutable... me sigue gustando con locura cantar, me encanta la música, el dibujo, reirme hasta quedar sin aliento... a veces pienso que de verdad jamás dejé de ser aquél niño soñador de 15 años con tantos anhelos y fe en el futuro...
Es cierto y debo admitir que a veces tengo nostalgia, principalmente por personas que formaron parte de mi vida, y que lastimosamente hoy ya no están a mi lado. Pero entiendo -aunque me cueste- que a veces, las personas llegan a nuestras vidas, sólo por un momento, para ayudarte a pasar un escalón, una vez terminada su misión, se alejan y continúan su camino, así como uno continua el propio.
Una persona importante en mi vida -ella sabe quién es- se casa en un mes. Y siento una mezcla de sensaciones. No sé si llamarlo pérdida, pues lo estaría negativizando, y para nada es negativo el unirse en matrimonio a alguien que se ama. Yo más bien lo llamaría "evolución". Pues esa persona está trascendiendo al siguiente nivel de su vida, donde todo cambiará en cuanto a la forma de ver las cosas, quizás. Creo que el "miedo" de perder una compañera de viaje me deja algo melancólico, pero sé que forma parte de nuestra evolución, que es ley de vida, y para nada afecta el amor que ambos sintamos unos por otros.
Por otro lado... extraño muchas cosas. Extraño soñar más. Extraño viajar en el sueño y recorrer sitios nunca antes vistos... Siento como que mi alma ya ha recorrido miles y miles de millones de años, y que mira hacia atrás en el tiempo... y siente la distancia de lo recorrido.
Creo también, que extraño mi ser. Extraño mi color azul, el color con el que nací. Creo que extraño luchar por mis sueños... creo que en algún momento me quedé sin fuerzas para luchar, quiero recuperar esas fuerzas y esa voluntad para salir adelante. Creo que ya he viajado por millones y millones de planetas y galaxias, y siento cierto aire de eternidad, algo que no puedo contener en mi pecho y necesito expresar en estas líneas.
Creo que extraño viajar en el tiempo... creo que extraño cantar y soñar con llevar a todos mi música, la música de mi espíritu... Es que a veces pienso que he recorrido millones y millones de siglos y eones de tiempo... Creo que esa eternidad me estremece y supera todo lo que mis emociones humanas puedan experimentar...
Creo que extraño mi sensación de eternidad... Creo que me extraño a mi mismo, que me quiero y me necesito... creo que me doy cuenta que estoy solo, pero a la vez nunca estuve solo, que siempre tuve el Universo y el Universo me tuvo, desde todos los tiempos, desde todos los soles... Creo que desde toda la vida los ángeles del cielo me han tomado la mano en mis sueños y me enseñaron sobre el amor, sobre la libertad, sobre la plenitud, pero en algún lugar de mi vida, dejé mis libros celestiales y quiero reencontrarme con ellos... Creo que extraño muchísimo ese ser de luz que vino a la tierra para irradiar esa llama que solo a través del AMOR INFINITO puede brillar...
Creo que extraño el amor.
Creo que extraño mi eternidad, creo que extraño mi inmortalidad.
Siempre fuimos y siempre seremos, más fuertes que miles de galaxias juntas, creo que somos por siempre felices en el eterno presente y en el eterno día, en la eterna noche estrellada, en la eterna brisa del mar inmenso... Creo que nuestras vidas nunca pueden acabarse, pues estamos hechos de polvo divino...
A mis 26 años me encuentro, una vez más, en una época de cambios. Donde recuerdo mi infancia, la adolescencia feliz, la vida joven y la incipiente adultez que me plantea nuevos desafíos. Extraño muchas cosas. Pero agradezco al Universo haberme permitido vivirlas. Las dejo ir en paz. Creo que hoy comienzo un nuevo capítulo de mi vida.

Una nueva luz despunta en el horizonte. Es la fuerza del sol, anunciando el alba; la obra de Dios, el amor en acción. Esa luz hoy brilla en mi rostro, lo miro de frente, y firme, camino. Adelante.

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