viernes, 25 de agosto de 2017

Crecer, madurar, continuar (2º Parte)

Crecer. Madurar. Continuar (2º Parte)

(... continúa de mi post anterior)

Si ciertamente madurar implica desarrollar cierta inteligencia emocional, no siempre se encuentra dentro del mismo proceso de crecer. Supongo que es una virtud que se cultiva con mucho sacrificio y a cuesta de golpearnos la cabeza unas cuantas veces.
Madurar es darte cuenta que si te alimentás mal, hay consecuencias. Si no dormís al menos 8 horas, hay consecuencias. Si no hablás con tu hermana por que se discutieron por estupideces, hay consecuencias.
Madurar es dejar de lado el orgullo, dar el primer paso, cuando hay que darlo. Y también poner distancia, y respetar los procesos ajenos. No todos se mueven a tu ritmo, ni las cosas se reparan cuando uno quiere, todo tiene su momento, y madurar es aprender a respetar esos tiempos, independientemente de lo que nosotros pensemos.
En mi caso particular, también madurar implica aprender que todo lo que uno quiere en la vida, se construye PASO A PASO, poquito a poco. La idea de construir desde cero pude desarrollarla desde la experiencia de haber vivido un tiempo en el extranjero. Y darme cuenta que donde quiera que vaya, tengo que saber defenderme, valerme por mí mismo.
También quiero hacer mención a la idea que uno debe ser autónomo en la medida de lo posible. Pero con esto no me refiero sólo en términos económicos o fisiológicos, más bien me refiero a un punto de vista emocional. Debo ser capaz de hacerme responsable de mis propias emociones, y aprender por supuesto, que nadie es culpable de mis desgracias, y la vida que tengo, de alguna manera y en gran parte, es responsabilidad de mis propios actos. Estamos de acuerdo que hay eventos de los cuales no tenemos cómo influir, las cosas suceden, así como no podemos evitar un día de lluvia o de sol radiante.
En síntesis, y para no ir demasiado lejos, pienso de madurar, así como crecer, nos permite ser conscientes de que todo lo que tenemos en nuestra vida, es nuestro poder de decidir. En las mañanas, al levantarnos, decidimos que vamos a hacer: lavarnos los dientes, bañarnos, desayunar, etc etc. Asi como estas actividades tan básicas, también decidimos, consientes o inconscientemente, si vamos a ser felices o no, si vamos a construir, o destruir, estar en positivo, o en negativo, y yo considero después de todo este tiempo, que nuestra fortaleza emocional debe y puede desarrollarse desde edades tempranas, a mí me sirvió mucho el bagaje desde el punto de vista de la religión, fue un puntal importante que luego con el correr de los años, permitió que yo mismo vaya indagando más y más, abriendo mi mente a otras posibilidades , habiendo luego estudiado metafísica e introducción a la filosofía. Todo sirve, cuando tenés preguntas y sentís esa curiosidad por saber que hay más allá de lo que conocés y das por sentado.

Continuar:

Lo que quiero expresar en estas líneas, son dos ideas bien marcadas, desde mi propia experiencia pues creo que ahí está la riqueza de lo que pueda llegar a dejar como legado para las personas que algún día puedan llegar a leer estos pensamientos.
Cuando dejé mi país para vivir en Francia unos meses , a finales de 2016 y principio de 2017, había dejado una vida que a mi regreso ya no encontré, pues de hecho, un mes antes de viajar había fallecido un compañero de la universidad, un amigo, una persona formidable, quien también era novio de mi compañera y amiga del alma. Esta amiga mía se quedó en Paraguay, mientras yo fui, y allá viví nuevas y distintas experiencias de las que ella estaba viviendo en ese entonces, con el difícil proceso de vivir el duelo que sólo Dios sabe hasta cuándo vivirá, y viviremos con ella.
Cuando volví de Francia, la encontré aún triste, pero ya cambiada, más resuelta, más adulta, más madura. Los golpes te despiertan o despiertan una fuerza sobrenatural, un instinto de supervivencia que sólo puede entenderse desde la óptica de la fuerza interior, si, ya se, hizo terapia, se trató, hasta se habrá medicado, pero su fuerza interior y su amor, el amor de los que la rodean, ayudaron a que ella salga adelante. Cuento esta historia, por que mi amiga, es el claro ejemplo de continuar. Si, a pesar del dolor que nunca se va, de la tristeza que llama a la puerta, de la desgracia que rechina sus cadenas, no puede explicarse de donde uno toma las fuerzas necesarias para vencer eso. Pero si, me di cuenta que es una batalla diaria, de la vida cotidiana, y paso a paso, uno se va autosuperando. Creo que sucede tanto como cuando nos encontramos frente a una desgracia, o cuando aprendemos algo totalmente diferente. De ambas formas, comenzamos de vuelta, de cero, colocamos en inicio de vuelta nuestro marcador, nuestro odómetro espiritual, y echamos a andar un nuevo camino.
Continuar, así como mencioné, no siempre se da en el mismo camino, a veces hay que tomar un camino totalmente diferente. El camino que el espíritu necesita a veces no es el mismo que nuestra mente racional elige. El camino espiritual es duro y tortuoso, o calmo y apacible, todo depende delo que él necesite para poder desarrollarse y desplegar sus alas, de manera que podamos ser verdaderamente nosotros mismos. Por supuesto que duele, todo proceso de cambio tiene implícito un desprendimiento, quizás este desprendimiento sea el ingrediente del continuar, del constante cambio.
Me di cuenta que eso ya no me sorprende, aunque si debo aún trabajar la ansiedad de no poder aguantar la espera, de querer que las cosas se solucionen cuanto antes, cuando en realidad todo en la naturaleza tiene su proceso de cambio natural, no podemos hacer absolutamente nada para acelerar dicho proceso. Más bien, la vida nos pone un gran freno o nos baja a tierra para darnos cuenta que a veces, no estamos al mando, y que tenemos que ser más humildes en aceptar nuestra condición humana, tan efímera, tan frágil a veces, pero tan bella siempre.
La otra idea de continuar está siempre referenciada con haberme ido lejos, y con la vida que encontré allá. Los amigos, los paisajes, las risas, los llantos, los atardeceres, los viajes, en fin, todo eso que el espíritu va registrando por los siglos de los siglos, para siempre. Creo que allá fui yo en mi esencia, simple, soñador, aunque siempre mi familia estuvo y está presente en mis células y en mi pensamiento, haber ido tan lejos, me permitió abrir los ojos y ser más independiente emocionalmente, pues al final, estando tan lejos, ¿qué podría haber hecho yo para remediarlo?
A veces viajamos tan lejos en nuestras vidas, que terminamos encontrándonos a nosotros mismos.
Esa es la verdadera riqueza de continuar, esa, al menos por ahora, es mi certeza acerca de continuar.

Fin.

Visitantes