Una vez más me enfrento ante una hoja en blanco, frente a
una pantalla brillante, toda blanca, frente a mí.
Me gustaría escribir mis pensamientos de este veintiséis de
enero, mientras escucho “Todo Cambia”, canción (creo que originalmente) de
Violeta Parra (Chile) interpretada por la Negra Sosa, la querida Mercedes
(Argentina).
Mientras escucho atentamente la letra: “que yo cambie, no es
extraño”. La verdad es cierto. Hay tanto de cierto en esta canción. Escuché por
ahí que en la vida, lo único que permanece constante, es el cambio. Todo
cambia. Cambian las relaciones, cambian los amores, cambian las estaciones del
año, cambia el cuerpo, cambiamos de trabajo, de casa, de país, de amigos quizás…
cambiamos de pareja, cambiamos de auto, cambiamos de marca de vino o de
cerveza, cambiamos de gustos musicales, cambiamos a medida que vamos cambiando
nosotros mismos.
Vamos caminando y en la medida que damos pasos en la vida,
nuestro trayecto se nos va develando. Quizás llegamos a un punto del camino, en
el que nos perdemos un poco, perdemos el norte, la soledad que llevamos todos,
asi como dice otra canción de Mercedes, se hace muy pesada, y de tanto andar,
de tanto cambiar, nos cansamos. El cuerpo a medida que envejece se va cansando.
Si, muchos me dicen “pero si sólo tenés 30, no podés estar así”… Bueno, la
cuestión es que siempre me sentí “viejo”. A mi siempre me pesaron más las
cosas, es algo que simplemente fue así toda mi vida. Inclusive los cambios que
deberían ser “normales”, los proceso con más dificultad. ¿Por qué? Es la
pregunta que la sicóloga me haría. A veces no encuentro respuesta lógica,
quizás sean grabaciones en mi “disco duro”, que hay que borrar, o al menos,
reconocer y encauzar.
Bueno, la cuestión es que el cansancio llegó a hacer su
golpazo y me tumbó de un solo puñetazo. Ya fue suficiente. Me cansé. Ya mi
cuerpo se rindió. No pude levantarme de la cama, quedando “planchado” por casi
una semana.
Creo que los dolores que tenemos en el pensamiento, en la mente, duelen mucho más que dolores físicos, que con un buen tratamiento, pasan, quizás queden cicatrices, pero curan. ¿Los dolores del alma, cuándo curan?
Hay mucho de cierto en que los fantasmas que viven en
nuestra mente, son creadores de historias fantasiosas. El punto es, que tengo
que convivir con ellos, aceptarlos, amarlos quizás… Reconocer que están ahí,
quizás sea hora de dejar de ignorarlos, quizás están queriendo decirme algo que
no quiero escuchar, que estoy evitando. ¿Qué quieren decirme? Espero que el
cambio, me traiga consigo, algunas de estas respuestas.
Entiendo que fui negligente, y dejé muchas cosas atrás, no
resueltas, no las atendí a tiempo, diría que son ciclos que no se cerraron, que
deben ser atendidos en algún momento, ahora o más adelante. Solo quiero ser
consciente y darme cuenta, es lo que mi cuerpo cansado pide. Despertar y ser
más presente. Más consciente. Ser más canción, más honesto, más franco, más
directo. Que de tanto cambiar, quiero ya haber aprendido a ver, a hablar, a
ser, yo, y nadie más.
Llevo miles de historias tras mis pasos, tras el polvo que
deja mi andar. Hay muchas historias de amor y de desespero, de fracasos, y
triunfos, de desesperado llanto y de noches oscuras, de amaneceres y de sueños
aun por cumplir. Mi cuerpo cansado me pide continuar, aunque para ser honesto,
no sé cómo ni dónde, quiero que el Universo venga a mis sueños a dejarme un
rastro de estrellas hacia donde pueda guiar de nuevo mi andar. Quizás haci
a
aquellas montañas entre el cielo azul que aquella Mujer Azul me hacía recorrer
en sueños, cuando era pequeño.
Ahí está. Quizás tenga que volver a ser pequeño. Quizás
tenga que volver a dar muchos besos a mi madre, y muchos más abrazos a mi papá.
Quiero que el Universo me abra los ojos hacia nuevas
galaxias, donde las fuerzas se renuevan y revitalizan el corazón de este niño
andante, soñador, cantor.
Miro hacia atrás, y mi cuerpo cansado sonríe. Solamente
sonríe de alegría. Por qué recuerda los paisajes, caminos, horizontes, montañas,
cielos, mar, personas, sonrisas, abrazos, lágrimas, amor.
Si, exactamente, mi cuerpo cansado, sonríe.