Cuando en la vida nos toca
pasar por situaciones dolorosas, como la partida de un ser querido, la ruptura
de una relación amorosa, nos encontramos ante un gran enigma... que pasará después?
Tenemos tanto miedo de lo
incierto del futuro... Estamos tan seguros que las cosas continuarán iguales
por mucho tiempo, pero muchas veces no es así.
Algún poeta, alguna vez
dijo, que "los besos no son contratos, ni las palabras promesas" -o
algo así-, lo cual no deja de ser verdad. Nunca podemos saber si el día de
mañana las cosas dejarán de ser así como la son en el presente, o en algún
momento específico de nuestra relación con las personas, en general, y con
nuestra pareja, en particular.
El miedo a la soledad y la
tristeza son sentimientos que nos invaden cuando sentimos una decepción
amorosa, lo que no permite visualizar todo el panorama de nuestras vidas, por
lo que por general nos entregamos a la tristeza y depresión.
Los recuerdos están.. permanentes
y atemporales, como huellas indelebles en nuestra existencia... Palabras
dichas, besos dados, momentos felices, sonrisas, llantos... todo un bagaje,
toda una historia escrita de a dos, ideas, sueños, metas en conjunto, todo eso,
lo contemplamos desvanecerse por completo...
Y volvemos a tener
miedo... miedo a la soledad, miedo a lo que vendrá después...
En este tiempo que me ha
tocado experimentar estas emociones, pude sacar una gran conclusión para mi
vida: cuando la entrega es verdadera, los buenos momentos -totalmente- valieron
la pena... Cuando el amor es verdadero y el sentimiento es de verdad, el
proceso natural del amor tiene sentido, y la felicidad es plena, muy a pesar
que en el presente la relación haya terminado.
También he aprendido que
absolutamente TODO en esta vida tiene su tiempo -cual Eclesiastés- me va
enseñando que hay tiempo para plantar y luego para arrancar lo plantado... que
no tengo que apurar los procesos naturales pues lo que rápido viene, rápido se
va... Recuerdo bien, unas palabras escritas en un cartel que estaba colgado en
el patio de mi colegio "Monseñor Lasagna", hacia el año 1996:
"Lo que no es eterno, de nada importa" -Don Bosco-.
Las experiencias de esta
vida nos sirven para nuestra propia evolución espiritual, cada decepción es un
maestro que viene a enseñarnos que debemos dar un paso más, adelante, hacia el
camino de la luz, donde realmente encontramos sentido a todo lo que nos toca
vivir. Es un camino lleno de enseñanzas para nuestro crecimiento, cada persona
nos enseña un aspecto de nuestras vidas, y si ponemos atención, nos ayuda a ser
mejores.
Mejores en el amor, en la
fe, en la entrega, en la humanidad... Si ponemos suficiente atención, cada
experiencia en sí es un potencial para nuestra evolución en el perdón, la
compasión y la misericordia divinas, que nos libera y libera a las personas que
afectaron de alguna u otra manera nuestras vidas.
Cuesta ver el horizonte,
definitivamente. El camino se hace cuesta arriba, las cosas nos abruman, los
sentimientos de tristeza nos invaden, no sabemos hacia dónde ir, a quien
recurrir, buscamos desesperadamente una mirada cariñosa que nos brinde alivio
ante el sufrimiento y el ahogo, pero no lo encontramos...
Sin embargo nuestro
instinto de supervivencia nos arrastra hacia nuestro encuentro más íntimo con
nosotros mismos, con nuestras ideas, para buscar una acción inmediata de
salvataje que nos ayude a superar el trance. Somos poseedores de una
conciencia, de amor, y misericordia en potencia, que unidos a la oración, nos
conectan con nuestro Dios que todo lo ve, todo lo oye y lo perdona. Nuestra
esencia espiritual viene a nuestra ayuda a salvarnos.
Nuestro espíritu activa su
mecanismo de salvación ante el dolor, mostrándonos el verdadero camino del cual
nos estuvimos desviando -quizás porque antes debíamos aprender algo más- para
hacernos volver a la fuente de nuestro interior.
En verdad, el dolor, la
muerte, la decepción, son los más grandes guías que tenemos en la vida, y el día
en que nos demos cuenta de ello, daremos un gran paso hacia nuestra evolución.
No nos gusta pasar por este tipo de situaciones... Pero una vez que estamos en
ella, la vida nos pone un nuevo desafío... ¿cómo actuarás ante esto?
Puedo ahogarme en la
depresión por el final de mi relación, sin embrago, sigo respirando, mi corazón
sigue latiendo... hay tantas cosas que me quedan por hacer... ¿vale la pena
renunciar a lo que amo, a mi vida, mi familia, metas?
Hay algo mucho más grande
que me espera más adelante, más allá del dolor, de la traición o la decepción,
de la muerte -hablando en general-.
Quizás la vida posea un mecanismo de decantación, y
esté separando de mí, lo que no me conviene, o lo que no me corresponde en este
tiempo, en esta vida... Porque todo tiene un sentido, una razón de ser...
Lo que sí podemos hacer,
es mirar hacia el frente aún ante el dolor, estoy seguro que el alba trae
consigo las luces más espectaculares de
los primeros rayos del sol... que están avisando que el Astro Rey está a punto
de salir a iluminar a toda la Tierra...
Por más que hoy nos toque
vivir en las penumbras de la tristeza y los recuerdos de tiempos vividos al
lado de alguien a quien amamos, pero que ya no está, debido a la muerte física
o la muerte emocional -fin de la relación, por ejemplo-, estoy seguro que
mientras el aliento de vida nos siga moviendo, tendremos la oportunidad de ser
bañados por los primeros rayos que anuncian la salida del Sol, ese sol que todo
lo baña con amor, con cariño, que posibilita la vida de miles de especies
vegetales, animales, que entibiece los océanos, da calor a las aves, que se
refleja en el agua de algún lago...

(Fotografía de : http://ingebar.blogspot.com/2011/01/un-nuevo-amanecer.html)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios, críticas y/o puntos de vista, puedes dejarlos aquí. Serán apreciados.