domingo, 2 de junio de 2013

"Cerrar etapas para ver un nuevo amanecer..."

Cuando en la vida nos toca pasar por situaciones dolorosas, como la partida de un ser querido, la ruptura de una relación amorosa, nos encontramos ante un gran enigma... que pasará después?
Tenemos tanto miedo de lo incierto del futuro... Estamos tan seguros que las cosas continuarán iguales por mucho tiempo, pero muchas veces no es así.
Algún poeta, alguna vez dijo, que "los besos no son contratos, ni las palabras promesas" -o algo así-, lo cual no deja de ser verdad. Nunca podemos saber si el día de mañana las cosas dejarán de ser así como la son en el presente, o en algún momento específico de nuestra relación con las personas, en general, y con nuestra pareja, en particular.
El miedo a la soledad y la tristeza son sentimientos que nos invaden cuando sentimos una decepción amorosa, lo que no permite visualizar todo el panorama de nuestras vidas, por lo que por general nos entregamos a la tristeza y depresión.
Los recuerdos están.. permanentes y atemporales, como huellas indelebles en nuestra existencia... Palabras dichas, besos dados, momentos felices, sonrisas, llantos... todo un bagaje, toda una historia escrita de a dos, ideas, sueños, metas en conjunto, todo eso, lo contemplamos desvanecerse por completo...
Y volvemos a tener miedo... miedo a la soledad, miedo a lo que vendrá después...
En este tiempo que me ha tocado experimentar estas emociones, pude sacar una gran conclusión para mi vida: cuando la entrega es verdadera, los buenos momentos -totalmente- valieron la pena... Cuando el amor es verdadero y el sentimiento es de verdad, el proceso natural del amor tiene sentido, y la felicidad es plena, muy a pesar que en el presente la relación haya terminado.
También he aprendido que absolutamente TODO en esta vida tiene su tiempo -cual Eclesiastés- me va enseñando que hay tiempo para plantar y luego para arrancar lo plantado... que no tengo que apurar los procesos naturales pues lo que rápido viene, rápido se va... Recuerdo bien, unas palabras escritas en un cartel que estaba colgado en el patio de mi colegio "Monseñor Lasagna", hacia el año 1996: "Lo que no es eterno, de nada importa" -Don Bosco-.
Las experiencias de esta vida nos sirven para nuestra propia evolución espiritual, cada decepción es un maestro que viene a enseñarnos que debemos dar un paso más, adelante, hacia el camino de la luz, donde realmente encontramos sentido a todo lo que nos toca vivir. Es un camino lleno de enseñanzas para nuestro crecimiento, cada persona nos enseña un aspecto de nuestras vidas, y si ponemos atención, nos ayuda a ser mejores.
Mejores en el amor, en la fe, en la entrega, en la humanidad... Si ponemos suficiente atención, cada experiencia en sí es un potencial para nuestra evolución en el perdón, la compasión y la misericordia divinas, que nos libera y libera a las personas que afectaron de alguna u otra manera nuestras vidas.
Cuesta ver el horizonte, definitivamente. El camino se hace cuesta arriba, las cosas nos abruman, los sentimientos de tristeza nos invaden, no sabemos hacia dónde ir, a quien recurrir, buscamos desesperadamente una mirada cariñosa que nos brinde alivio ante el sufrimiento y el ahogo, pero no lo encontramos...
Sin embargo nuestro instinto de supervivencia nos arrastra hacia nuestro encuentro más íntimo con nosotros mismos, con nuestras ideas, para buscar una acción inmediata de salvataje que nos ayude a superar el trance. Somos poseedores de una conciencia, de amor, y misericordia en potencia, que unidos a la oración, nos conectan con nuestro Dios que todo lo ve, todo lo oye y lo perdona. Nuestra esencia espiritual viene a nuestra ayuda a salvarnos.
Nuestro espíritu activa su mecanismo de salvación ante el dolor, mostrándonos el verdadero camino del cual nos estuvimos desviando -quizás porque antes debíamos aprender algo más- para hacernos volver a la fuente de nuestro interior.
En verdad, el dolor, la muerte, la decepción, son los más grandes guías que tenemos en la vida, y el día en que nos demos cuenta de ello, daremos un gran paso hacia nuestra evolución. No nos gusta pasar por este tipo de situaciones... Pero una vez que estamos en ella, la vida nos pone un nuevo desafío... ¿cómo actuarás ante esto?
Puedo ahogarme en la depresión por el final de mi relación, sin embrago, sigo respirando, mi corazón sigue latiendo... hay tantas cosas que me quedan por hacer... ¿vale la pena renunciar a lo que amo, a mi vida, mi familia, metas?
Hay algo mucho más grande que me espera más adelante, más allá del dolor, de la traición o la decepción, de la muerte -hablando en general-.
Quizás  la vida posea un mecanismo de decantación, y esté separando de mí, lo que no me conviene, o lo que no me corresponde en este tiempo, en esta vida... Porque todo tiene un sentido, una razón de ser...
Lo que sí podemos hacer, es mirar hacia el frente aún ante el dolor, estoy seguro que el alba trae consigo las luces  más espectaculares de los primeros rayos del sol... que están avisando que el Astro Rey está a punto de salir a iluminar a toda la Tierra...
Por más que hoy nos toque vivir en las penumbras de la tristeza y los recuerdos de tiempos vividos al lado de alguien a quien amamos, pero que ya no está, debido a la muerte física o la muerte emocional -fin de la relación, por ejemplo-, estoy seguro que mientras el aliento de vida nos siga moviendo, tendremos la oportunidad de ser bañados por los primeros rayos que anuncian la salida del Sol, ese sol que todo lo baña con amor, con cariño, que posibilita la vida de miles de especies vegetales, animales, que entibiece los océanos, da calor a las aves, que se refleja en el agua de algún lago...

No importa cuan largo ha sido el viaje, no importa cuán de noche se haya puesto, es sólo cuestión de algunas horas, para que maravillados, podamos ser testigos una vez más, del espectáculo más perfecto que jamás se haya podido concebir: el de los primeros rayos que están  anunciando el nuevo amanecer...

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