Todos los recuerdos de mi vida convergen en un único punto,
el punto donde hoy me encuentro. El punto donde yo estoy siendo, como diría
Santa Teresa: "estarse amando al amado".
A veces me pregunto si mirando hacia atrás encontraré las
respuestas que busco para mi presente.
Y ciertamente, en el pasado encuentro los rastros del
soñador infinito que siempre fui, de los dulces anhelos que mi ingenuidad
guardaba tan tibiamente en aquellos años de adolescencia...
De aquellas dudas e incertidumbre, pero también, de aquellos
días de sol radiante y de felicidad total y plena.
Quién diría que todos los eventos de mi vida hubieran de
converger hasta donde estoy hoy, cual flor que ha tardado tantos años en
desplegar toda su magnitud....
De repente todo lo que dejé atrás vuelve a mi mente como una
película... todos los momentos vividos, para bien o para mal. Todos y cada uno
de los escalones que tuve que ascender, a veces bajar... Tengo un aire de
satisfacción, pero también ciertamente, de nostalgia hacia el pasado... Hacia
las lágrimas. Las risas. Los abrazos. Las despedidas. Los reencuentros.
Creo que un gran error sería olvidar lo que somos. Desde lo
más profundo de nuestro ser. Y a veces suele suceder, nos olvidamos en el
camino.
Y sin embargo... he
ahi aquella voz, aquella llama que no puede extinguirse. Aquella voz que desde
lo más profundo sigue gritando su propia esencia. Tu esencia. Mi esencia.
A veces, considero, es bueno hacer un ejercicio de memoria,
recuperar el pasado, aceptarlo, honrarlo, amarlo tal como fue. Porque todo ha
sucedido por algún motivo, por alguna razón. Y lo que es más importante, nos ha
servido para finalmente crecer, que es la razón por la que estamos hoy aquí,
sacudiéndonos el polvo de los zapatos, para poder continuar.
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