lunes, 1 de enero de 2024

Cambio de Ciclo

 1 de Enero de 2024


Enfrentarme a una nueva hoja en blanco siempre supondrá un gran desafío. Sobre todo por lo que supone un nuevo balance de todo lo que ha quedado atrás y las metas que supone un año que inicia.

Habría que considerar la vida como una espiral de posibilidades infinitas, sin embargo, no nos gusta incorporar dentro de esa espiral, la finitud de nuestra vida. Que todo indefectiblemente acabará un día.

Antes, años atrás, normalmente me invadía una sensación de vacío en estas fechas. Quizás de desilusión. Haciendo un balance, hace unos años me sentía defraudado ante la vida. No tenía ese “amor” del que todos hablan. No estaba en ese “país” en donde supuestamente sería feliz plenamente. O quizás no tenía esa supuesta “estabilidad” económica, o esa “beca de estudios” que me prometía la felicidad plena.

Unos años atrás, he sufrido enormes pérdidas, la muerte de mi padre supuso en mi un quiebre y un gran cambio de paradigma, fue aprender a vivir sin él, y aprender a vivir sin el Fabián de los primeros treinta años. Ese fabián sobreprotegido, y que no debía ser él mismo (gay). Supuso siempre una suerte de camuflaje.

Enfrentarme a la soledad que supone la pérdida me ha hecho enfrentarme indefectiblemente conmigo mismo. Debo reconocer que haber hecho terapia en ese momento me ha ayudado a transitar el dolor de la pérdida y a incorporarlo sanamente a mi vida.

Las pérdidas implican también, dolorosos procesos de duelo, dentro del cual, tambien tuve que aprender a duelar el hecho que la vida no ha sido como yo me lo había imaginado. Haber vivido tantos años confinado mentalmente me había hecho creer que mi mundo imaginario era mi mundo real, pero no es así. La realidad siempre superará a la ficción de nuestra mente.

Perdí amistades, quizás también perdí amores, personas que me querían bien, pero ¿cómo hubiera podido yo darme cuenta cuando un amor fue genuino, de una simple ilusion? cuando ni siquiera yo me conocía a mi mismo?

Haciendo un balance de estos ultimos -al menos- cinco años, puedo darme cuenta de cuantos cambios operaron en mi interior.

A mis treintaiseis años, esta navidad y este año nuevo fue un poco diferente.

Haber conocido personas que me aceptan y me quieren tal y como soy -lo cual no me lo esperaba sinceramente-, han generado efectos internos, muy internos en mi. Me di cuenta que no debo cambiar quien soy para sentirme amado, aceptado, integrado, acompañado, simplemente querido.
Esta es una sensación que nunca tuve. Nunca supe que se siente que te quieran por ser como sos. Lo más irónico, es que tengo amistades de muchos años que siempre estuvieron a mi lado queriéndome tal cual soy, pero no fue hasta que conocí personas dentro de mi círculo laboral-profesional , que también me quieren y me aceptan como soy, que pude integrarlo a nivel emocional y mental. 

Quizás este impacto se deba también, a una mayor independencia económica, ahora que ya soy un adulto y profesional independiente, que abrazó su carrera y su vida como es (hay que reconocer que la sicoterapia fue fundamental en este proceso), además supongo, haber vivido tantas pérdidas me obligaron a mirar mis heridas y enfrentarlas en soledad, pero siempre acompañado por mi terapeuta y amigos que estuvieron para sostenerme.

Haber vivido una vida con muchas carencias, principalmente a nivel emocional, creo que fue de los mayores desafíos que tuve que aprender a resolver en mi vida adulta. Hoy miro atrás y entiendo tantos vínculos afectivos desde la necesidad de llenar un vacío que nunca se llenaría, a no ser que me hubiese atrevido a abrir heridas y enfrentarme a sanarlas.

Pero retomando la idea del balance de fin de año e inicio de otro. este año fue muy diferente al de los anteriores. En el sentido que esas sensación de vacío se vió extrañamente colmada, con la presencia de mi familia. Pareciera que estuve más presente con ellos. Diría más “conectado” y agradecido por la presencia ,  por el simple hecho de “estar”. Una sensación de calma. De no necesitar a nadie, más que a ellos. De mirar atrás y simplemente agradecer por el trabajo y los amigos que sí me aceptan y sí me aman tal y como soy. ¿Por que yo no podría amar y aceptar a los demás, tal y como son? Ese es un pensamiento poderosamente sanador, poderosamente liberador. Y me quedo con eso. Con ese amor que sana. Con ese amor que salva. que integra, que unifica, no divide. 

Otro de los aprendizajes a mis treintaisés años, fue el tema de los vínculos. De amistad, de pareja, de trabajo, de familia.

Los vínculos y sus diferentes límites. Creo que los vínculos necesitan límites saludables para que puedan funcionar en armonía. Para que no se conviertan en una espiral de demandas insatisfechas. Conocerme más me permitió ponerme límites o al menos aprender a reconocer un poco más cuales son mis límites, hasta donde puedo dar, y donde debo reservar mis energías para mi mismo.

Aprender a ponerme y poner límites para los demás, hoy creo es fundamental, para poder vivir una vida tranquila y lo más armoniosa posible, límites que me permitan dar lo que tengo para dar, y guardar para mí, esos espacios de soledad que son tan necesarios e importantes. Límites para que mi familia no intervenga en mi intimidad ni en mi privacidad, para no darles ese poder de lastimarme, como lo hicieron por muchos años, y hasta quizás sin darse cuenta, es que ¿como podrían saber el daño que causan, cuando ni siquiera ellos reconocen sus propios límites? Ojo, no estoy justificando conductas agresivas. Si, reflexionando.

Otro gran aprendizaje, tiene que ver con la soledad.

A mis treintaiséis años, la soledad adquiere matices muy diferentes.

La soledad como aliada, como compañera, como amiga. Como ese espacio seguro tan necesario para recuperarse, para rearmar piezas, para reorganizar estrategias, para integrar ideas. Esa soledad que es verdadera compañia, que acompaña procesos. Que sana. Ya no es esa soledad amenazante, intimidante, que asusta, que da miedo, terror. Sino todo lo contrario. Tengo que reconocer aquí, el efecto de la sicoterapia y la medicación, en la mitigación de la ansiedad, que a su vez me permitió a lo largo de los -al menos- últimos dos años, integrar estos espacios de soledad como aliada a mi proceso de conocimiento y sanación.

Otra idea que me gustaria abordar es la importancia de la meditación y la práctica de Yoga. 

Meditar se ha vuelto una de mis prácticas favoritas, me ayuda o más bien, me facilita un camino para volver a mi interior, es una de mis rutas favoritas cuando quiero volver a mi “casa interna”. Me conecta con eso tan importante que es para mi, amarme y cuidarme. Es un espacio sagrado donde me conecto con lo más grande, con eso que me mueve, con mi cuerpo, con mi mente, con mi espíritu. Me conecta con lo más básico que es respirar y vivir en el momento presente. Quizás todos estos procesos que estoy integrando a mi vida adulta los deba a haber vuelto la meditación , una práctica más constante que en los años anteriores. Meditar y la práctica de kundalini simplemente me hace feliz, y me siento profundamente agradecido por ello.


Todas estas refleciones me permiten dibujar un boceto de mi mismo, de mi interior, y me permiten ver que quizás, las cosas no están tan mal como parecen, que existen personas y que tenemos recursos que nos permiten “estar bien” por el simple hecho de vivir, entendiendo que vinimos al mundo para ser felices , no para sufrir y mucho menos para hacer de esta existencia, un constante padecimiento. Me permite ver que tengo recursos, y muchos, para optar por cosas que me enriquecen, que me alegran , cosas simples, que me permite disfrutar de lo que hago todos los dias, a pesar de las dificultades que se puedan presentar en el día a día.


Lo que ya fue, ya no podemos cambiar, ya pasó, y debo permitir que quede en el pasado. Lo que puedo enmendar, lo enmiendo con un intimo cambio de actitud, primero hacia mí mismo, luego hacia la vida, hacia los demás. Los errores se corrigen, haciendo lo que está a mi alcance, y lo que no está a mi alcance, debo permitir dejar ir.

Si, siempre tuve ese pensamiento de “luchar” para lograr algo. Hoy simplemente prefiero “descansar” para poder avanzar hacia la siguiente etapa, que seguramente tendrá sus desafíos, pero eso ya se verá en su momento. Hoy toca reflexionar, integrar ideas, organizar mentalmente lo que sí quiero de positivo en mi vida y para mi vida, y desde ese centro, dar el amor y la compañia que tengo para dar a los demás, siempre desde ese ser auténtico que soy, valorando la vida y los dones que se me ha otorgrado.


Para cerrar, creo importante, reflexionar sobre la idea de la GRATITUD. Como concepto, premisa de vida, como leit motif. Sin la gratitud mi vida sería muy diferente. Me siento una persona afortunada y profundamente acompañada, a pesar de los momentos de depresión en los que me sumerjo en ocasiones. Me siento una persona vista, amada, valorada, y para mi, eso es sumamente importante, es una de las cosas más valiosas, razón por la cual me siento honrado y agradecido. La gratitud abre las puertas de la abundancia, del amor, de la paz interior. La gratitud como norte, me permite avanzar hacia un horizonte más humano, más real, más coherente con mi filosofía de vida.

Gratitud por las pérdidas, pero tambien por las ganancias

Gratitud por lo que fue, pero tambien por lo que será

Gratitud por las carencias pero también por la abundancia

Gratitud por el simple hecho de estar vivo.


Estas son mis breves reflexiones en este año que se inicia. Espero continuar escribiendo más en este año 2024. Sat Nam!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios, críticas y/o puntos de vista, puedes dejarlos aquí. Serán apreciados.

Visitantes